Era una tarde cruda de invierno,
pleno agosto, al sur de Buenos Aires
Y un resplandor, como salido del Infierno
flotaba sobre mí
Yo no era más que un versero enamorado en un bulín
cuando de pronto una explosión brutal me abatató
Y lejos de gritar, pensando sólo en vos,
salí taura de allí
Chillaba la gente, aullaban los perros, el revire invadió las calles.
Desde La Boca a San Telmo, aquellos seres grotescos tiraban a matar.
El noticiero anunciaba que otra nave espacial ya había arrasado Mendoza con su rayo destructor. De Pinamar a Necochea, cero supervivientes. Estalló un colectivo en El Libertador cuando fui a buscarte, rubia, y pude ver a cuatro de ellos despachando a una tracalada de pibes jóvenes y fuertes. De la Estación Retiro sólo quedaban cenizas y un fúlmine olor a muerte.
Y si la medianoche del tiempo me arranca de ti
no grités, dormí tranquila, mi pebeta
Mi taba no tiene por qué ser la tuya,
vos no dejés de huir
Tomá el olivo conmigo, vení,
no me dejés solo entre la mersa
Si la de blanco decide llevarme con ella
no me llorés, seguí sin mí…
Ni la menega, ni las armas, ni la yuta
sirvieron para nada, fue todo al ñudo
No ha sido una batalla, ha sido una exterminación,
aunque me reconforta saber que sigo vivo junto a vos
Y aunque quizá mañana no seamos más que dos cadáveres al sol
y hayamos hecho sapo en nuestro intento de escapar
Yo te protegeré siempre de estos extraterrestres,
aunque me tenga que dejar matar…
Y si la medianoche del tiempo te arranca de mí
no grités, partí tranquila, mi percanta
Yo con un nudo en la garganta me bancaré
hasta mi fin
Y si no logro salvarte de un destino vil
y estas criaturas nos ganan la batalla
Esta baranda me dará la razón,
hoy todos vamos…